Ahora ellos son profesores interinos
Grandes carencias provocan grandes traumas. El deficiente sistema educativo español impidió el acceso a Estudios Superiores a la amplia mayoría de los ciudadanos durante decadas, creando en ciertas generaciones una bien intencionada obsesión por lograr que sus hijos entrarán en la universidad a cualquier precio. ¿ Por qué ? Durante mucho tiempo el tener un título universitario era sinónimo de enriquecimiento intelectural, cualificación laboral, habilitación administrativa y , en definitiva, status social. Durante los años 80 esta predisposición social y los esfuerzos de los sucesivos Gobiernos Centrales y Autonómicos supondría un fuerte aumento de los centros y las plazas universitarias que le darán al país un buche estadístico ( ! Cuantos universitarios tenemos ! ) pero por otro lado crearán ese monstruo que es la masificada universidad española obsesionada en la teoría y en la titulitis.
Esta posición de la Universidad en el imaginario colectivo nacional como la máxima aspiración tendrá muy serias consecuencias en escalas inferiores de la piramide educativa. Por un lado la marginación de cualquier itinerario que no tuviera como destino en la Universidad y la devaluación de todo aquella formación que implicara una aplicación directa laboral. ( Contradictoriamente la Universidad era sinónimo de acceso al empleo pero como hemos dicho antes por puro status social y no por desempeño o habilidades. Su esfera era platónica. )
En definitiva esto supondría el total abandono de la Formación Profesional . Lo que debería haber sido como una escuela de oficios acaba por convertirse en algo que servía mayoritariamente para dar cobijo temporal a aquellos no interesados en cursar estudios superiores y poco más. Basicamente con este escenario la Educación Secundaria cobraba sentido si se tenía algún interés en llegar a la Universidad, para el resto de alumnos no era poco más que un suplicio sin ningún tipo de finalidad.
El Gobierno actualmente está estudiando prolongar este suplicio de forma obligatoria hasta los 18 años con el consiguiente pesar de aquellos alumnos no interesados en estudiar, aquellos que sí y los profesores de todos. Suena cínico pero a uno se le ocurre que sólo interesa retrasar la entrada en el mercado laboral de los menores de edad con las consiguientes ventajas estadísticas para los sucesivos Gobiernos.
El problema sigue siendo de base. Los políticos y actores se llenan maquinalmente la boca con la palabra formación pero la perspectiva de ésta, sigue siendo desde una acomplejada óptica universitaria: la lección teórica maestra desde el púlpito frente a la tribuna. Cualquier persona que lleve un tiempo en el mercado laboral sabrá que los oficios, o prácticamente todo, se aprenden trabajando, equivocándose, corrigiendo y mejorando los procesos. No existen lecciones magistrales sino las que uno va aprendiendo con su propia actividad. (Incluso teoricamente las cosas se asimilan mejor desarrollando uno sus propios contenidos y no escuchando monologos) pero es mucho más sencillo economica y/o laboralmente soltar un rollo y salir por la puerta.
Esta posición de la Universidad en el imaginario colectivo nacional como la máxima aspiración tendrá muy serias consecuencias en escalas inferiores de la piramide educativa. Por un lado la marginación de cualquier itinerario que no tuviera como destino en la Universidad y la devaluación de todo aquella formación que implicara una aplicación directa laboral. ( Contradictoriamente la Universidad era sinónimo de acceso al empleo pero como hemos dicho antes por puro status social y no por desempeño o habilidades. Su esfera era platónica. )
En definitiva esto supondría el total abandono de la Formación Profesional . Lo que debería haber sido como una escuela de oficios acaba por convertirse en algo que servía mayoritariamente para dar cobijo temporal a aquellos no interesados en cursar estudios superiores y poco más. Basicamente con este escenario la Educación Secundaria cobraba sentido si se tenía algún interés en llegar a la Universidad, para el resto de alumnos no era poco más que un suplicio sin ningún tipo de finalidad.
El Gobierno actualmente está estudiando prolongar este suplicio de forma obligatoria hasta los 18 años con el consiguiente pesar de aquellos alumnos no interesados en estudiar, aquellos que sí y los profesores de todos. Suena cínico pero a uno se le ocurre que sólo interesa retrasar la entrada en el mercado laboral de los menores de edad con las consiguientes ventajas estadísticas para los sucesivos Gobiernos.
El problema sigue siendo de base. Los políticos y actores se llenan maquinalmente la boca con la palabra formación pero la perspectiva de ésta, sigue siendo desde una acomplejada óptica universitaria: la lección teórica maestra desde el púlpito frente a la tribuna. Cualquier persona que lleve un tiempo en el mercado laboral sabrá que los oficios, o prácticamente todo, se aprenden trabajando, equivocándose, corrigiendo y mejorando los procesos. No existen lecciones magistrales sino las que uno va aprendiendo con su propia actividad. (Incluso teoricamente las cosas se asimilan mejor desarrollando uno sus propios contenidos y no escuchando monologos) pero es mucho más sencillo economica y/o laboralmente soltar un rollo y salir por la puerta.
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Al final observamos que donde realmente importa la Educación: educación primaria ( Escribir, leer, matematicas básicas, etc... ) o aquellas profesiones estratégicas como Arquitectura y Medicina, lo que prima es el trabajo propio constante y regular supervisado por alguién con mayor experiencia, lo que se ha venido en llamar prácticas, y no tanto el escuchar a un señor a lo lejos. Todo lo que no sea romper ese gran status quo hipócrita que existe hoy en día en el ambito educativo y formativo será exactamente como la cantinela de ese profesor al que nadie le hace ni puto caso: una pérdida de tiempo y dinero.
3 comentarios:
Estoy horrorizado con la perspectiva, como tú. Gabilondo me parece una especie de déspota ilustrado intelectualizado que quiere convertir la escuela en la máquina platónica de conversión de ciudadanos perfectos (cualquier otra opción, incluída la autodidacta, independiente, etc, se descarta).
Como rector universitario, no contempla otro tipo de educación que la muy deficiente que él mismo dispensa, ni otro tipo de sociedad que la que imagina.
Como bien apuntas, quien estudia no cuenta para el paro.
Ya casi me apunto a una visión de la esuela como máquina opresora estatal, en una onda liberal a lo Ayn Rand. Obligar a aprender (más allá de las cuatro reglas básicas aritméticas y de la alfabetización) es imposible. Solo enseñas a aquel que está intersado. Lo demás es calentar la silla, y perder el tiempo vital.
Despota ilustrado efectivamente y con unas gotas de "iluminado". Mal vamos. Viene del mundo universitario en su faccion mas estamental con todas las terribles consecuencias que eso conlleva...
Yo de veras que cada vez estoy mas convencido de que deberian hacer a Garmendia ViceMinistra de Educacion, investigacion Y Ciencia y mandar a este a su poltrona que bien a gusto esta...
Quien nos iba a decir que ibamos a empatizar con Ayn Rand ???
Tampoco se crea que Garmendia es mucho mejor. La labor de zapa universitaria ha sido bastante grave.
No se equivoque, Bolonia forma parte de esa infantilización de los universitarios, una forma de condescendencia (salpicada de todos los intereses-"mercado" que se quiera, no es lo más grave) y paternalismo que va en esa misma onda de despotismo ilustrado e iluminado.
Paradójicamente, bolonia, tal como se gestionó, era a la vez una rebaja de contenido y una elitización exclusivamente económica de la universidad.
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