Marbella on my mind

A estas alturas del sumario Gürtel poco se puede añadir. Se podrá desviar la atención hacia unas latas de anchoas en el desesperado y bochornoso intento de Rita Barberá de conseguir centrar la polémica a un nivel ya casi folklórico, se podrá apelar a tecnicismos y relativismos legales ante la dificultad de probar un cohechito como éste ( ¿ 4 trajes ? !Això no es diners !Ayer ciertos titulares y declaraciones de tertulianos eran de pura vergüenza.) pero sin duda lo que está quedando patente es que a fecha de hoy ni Camps ni ningun dirigente del PP es capaz, yendo más alla de imputaciones y procesos legales, de dar una explicación razonable sobre la vinculación e implicación del propio Camps con la supuesta trama corrupta. Y lo peor ni sus compañeros, ni medios afines ni votantes valencianos parecen exigirsela. Su estrafalario oscurantismo, probablemente sugerido por su equipo abogados a la espera de un sobreseimiento y carpetazo a causa de un defecto de forma o falta de pruebas es razonable en cualquier acusado preocupado por su supervivencia legal, pero no es de recibo en una persona con una responsabilidad y una representación política.

Ayer los comentarios en algunos foros sobre el espectáculo valenciano no dejaban espacio a la duda. La imagen que se está dando de desfachatez, caciquismo y falta de escrúpulos políticos alcanza unas cotas que como ayer algunos recordaban nos retrotraen a la peor época de Jesus Gil en Marbella, cuando él y sus secuaces, avalados por las urnas, se dedicaron a hacer y deshacer a su antojo sin sentirse obligados a rendir cuentas ante nadie. En esto se está convirtiendo la Comunitat Valenciana.

Una figura como Camps a la que democraticamente los ciudadanos valencianos le hemos otorgado el máximo grado de poder autonómico y el mayor rango de representación no puede actuar de manera tan montaraz. Parafraseando al Tío Ben "Un gran poder conlleva una gran responsabilidad "y la actitud de Camps desafía, repito, no cualquier lógica ( La actitud de Camps si es algo, es lógica ) sino los principios básicos de cualquier ética, moral y responsabilidad política.

El enroque absoluto de Camps no provocara ninguna debacle electoral del PP en la Comunitat valenciana, por las diversas razones que ya hemos comentado , pero queda por ver cual será el efecto a nivel nacional de proyectar una imagen tan nefasta de aquello en lo que se puede convertir una Comunidad gobernada por el PP. Esperemos que tanta desfachatez se replique con el único lenguaje que a duras penas entiende Rajoy, el de las urnas, aunque sean las de fuera de la Comunidad Valenciana.