Un reciente artículo de El País ha encendido la polémica sobre la burbuja de los cachés de los grupos musicales y como la iniciativa municipal, a la hora de organizar eventos, tiene una muy perniciosa influencia sobre la escena musical Al parecer existen 2 fenómenos que respaldan esta acusación:
1) Los Ayuntamientos tienen la muy poco saludable tendencia de pagar cachés desorbitados que acaban por distorsionar el mercado de contrataciones. El Ayuntamiento al no verse sujeto a rentabilidad en la organización de estos eventos y querer maximizar el impacto promocional de sus actos acaba por inflar los caches de los grupos, muchos de los cuales viven de circuitos donde acaban tocando a cargo de las arcas públicas municipales. Estos cachés son luego dificilmente asumibles por la iniciativa privada que se va quedando progresivamente fuera de juego.
2) Los ayuntamientos suelen también ofrecer gratuitamente sus conciertos lo que crea un muy peligroso hábito en el espectador que empieza a acostumbrarse a no pagar para escuchar música en directo y no darle valor a la experiencia de ir a un concierto.
Esto ni mucho menos es nuevo . Esta situación se arrastra ya desde los años 80 y la puta Movida cuando los Ayuntamientos entraron en un frenesí lúdico-festivo, que tuvo su máxima expresión en aquel: " A colocarse " de Tierno Galvan. Tras años de franquismo y transición, el poder se veía obligado a mostrar su lado mas enrollado y hasta patrocinar actos que hasta hace bien poco eran sinónimo de pura subversión.
Todo aquel despiporre de los 80 acabó haciendo más mal que bien. Por un lado, al final las Instituciones se hicieron casi con el monopolio exclusivo de la diversión asociada a música en vivo con lo que eso conllevaba: Doblegamiento ideológico de los artistas, dirigismo municipal, corrupción, etc... Y como hemos dicho más arriba supuso una absurda inflación de los precios de contratación de los grupos y lo peor, creó en el espectador la percepción de que los conciertos era algo que debía ser necesariamente gratuito. Hoy puede parecer raro pero les juro que la frase de "Yo solo voy a un concierto si es gratis" o "Yo no pago por ir a un concierto" era de lo más habitual.
Dudo que la situación actual sea tan grave como la de antaño pero se ve que todavía algo colea. El mejor favor que se podría hacer a cualquier escena musical (sic) es dejarse de intervencionismos, subvencionismos y permitir que exista un negocio rentable alrededor de la música y eso sólo se puede conseguir, abriendo la mano en concesión de licencias a locales de conciertos, flexibilizando horarios y con una política siempre razonable de patrocinios y ayudas. Pero al final volvemos siempre a lo mismo, las Instituciones se niegan a apoyar cualquier manifestación musical o cultural que no puedan controlar ni capitalizar de forma propagandística ( El rock, el hip hop, el techno, etc... no suele ser una de ellas ) lo cual siempre lleva al faraonismo de actuaciones populistas . Pero además y puede que esto sea muy romántico de mi parte, existe un factor ideológico: que los jóvenes comiencen a planificar su ocio sin la tutela de los poderes locales es algo que no parecen dispuestos a impulsar. Todo apunta a que habrá decrépitos conciertos de La Unión en barracas y el inusual festival moderniki para largo.
1) Los Ayuntamientos tienen la muy poco saludable tendencia de pagar cachés desorbitados que acaban por distorsionar el mercado de contrataciones. El Ayuntamiento al no verse sujeto a rentabilidad en la organización de estos eventos y querer maximizar el impacto promocional de sus actos acaba por inflar los caches de los grupos, muchos de los cuales viven de circuitos donde acaban tocando a cargo de las arcas públicas municipales. Estos cachés son luego dificilmente asumibles por la iniciativa privada que se va quedando progresivamente fuera de juego.
2) Los ayuntamientos suelen también ofrecer gratuitamente sus conciertos lo que crea un muy peligroso hábito en el espectador que empieza a acostumbrarse a no pagar para escuchar música en directo y no darle valor a la experiencia de ir a un concierto.
Esto ni mucho menos es nuevo . Esta situación se arrastra ya desde los años 80 y la puta Movida cuando los Ayuntamientos entraron en un frenesí lúdico-festivo, que tuvo su máxima expresión en aquel: " A colocarse " de Tierno Galvan. Tras años de franquismo y transición, el poder se veía obligado a mostrar su lado mas enrollado y hasta patrocinar actos que hasta hace bien poco eran sinónimo de pura subversión.
Todo aquel despiporre de los 80 acabó haciendo más mal que bien. Por un lado, al final las Instituciones se hicieron casi con el monopolio exclusivo de la diversión asociada a música en vivo con lo que eso conllevaba: Doblegamiento ideológico de los artistas, dirigismo municipal, corrupción, etc... Y como hemos dicho más arriba supuso una absurda inflación de los precios de contratación de los grupos y lo peor, creó en el espectador la percepción de que los conciertos era algo que debía ser necesariamente gratuito. Hoy puede parecer raro pero les juro que la frase de "Yo solo voy a un concierto si es gratis" o "Yo no pago por ir a un concierto" era de lo más habitual.
Dudo que la situación actual sea tan grave como la de antaño pero se ve que todavía algo colea. El mejor favor que se podría hacer a cualquier escena musical (sic) es dejarse de intervencionismos, subvencionismos y permitir que exista un negocio rentable alrededor de la música y eso sólo se puede conseguir, abriendo la mano en concesión de licencias a locales de conciertos, flexibilizando horarios y con una política siempre razonable de patrocinios y ayudas. Pero al final volvemos siempre a lo mismo, las Instituciones se niegan a apoyar cualquier manifestación musical o cultural que no puedan controlar ni capitalizar de forma propagandística ( El rock, el hip hop, el techno, etc... no suele ser una de ellas ) lo cual siempre lleva al faraonismo de actuaciones populistas . Pero además y puede que esto sea muy romántico de mi parte, existe un factor ideológico: que los jóvenes comiencen a planificar su ocio sin la tutela de los poderes locales es algo que no parecen dispuestos a impulsar. Todo apunta a que habrá decrépitos conciertos de La Unión en barracas y el inusual festival moderniki para largo.
4 comentarios:
Me viene esta entrada, como anillo al dedo. Me explico: yo desde hace muchos años no voy a conciertos de ninguna clase, porque valen caros, porque no me gusta estar un montón de horas de pie ni tener a un mogollón de gente alrededor coreando lo que cantan (que al final los oyes a ellos y no a los protagonistas), pero el último al que fuí, ya hace la friolera de 10 ( o algo así), años y fue uno de Miguel Rios en Alfonso el Sabio que era gratis, al aire libre y que fue pagado por la empresa del aparcamiento subterráneo, para celebrar su inauguración. Pues bien, estoy buscando la fecha aproximada (supongo que primavera de 2008), para tirar de hemeroteca, ya que tengo un programa de mano, de otro que dió el mismo Miguel en el Teatro Principal, pero 25 años antes. A ver si alguien averigua la fecha del de 1998...
Yo pese a asistir a bastantes conciertos de forma regular me considero un muy mal espectador. Para mí los conciertos son rituales con mas componentes sociales y emocionales que artisticos o melomanos.
Vamos que no entiendo como alguien puede ir a un festival y tragarse 10 conciertos seguidos, yo alguna vez cuando era joven lo hice y puedo asegurar que es una experiencia cercana a una prueba deportiva de alto rendimiento, aunque tambien quien me vea a mi que como me descuide en un festival a veces he llegado a ver a un grupo y de lejos, pues tambien se quedara pasmado.
Miguel Rios ! Nunca olvidare su famosa Rockandruedo que casi le provoco la ruina, bueno, de hecho creo que se la provocó.... Curiosamente U2 ahora lleva un escenario circular que no anda lejos de aquel concepto
verifico que eres muy mal espectador.. y seguro que joel gion piensa igual..
Cuando era joven diu ¿será posible con el "yayo"?. Por cierto, una rectificación: el último no fué el de Miguel Rios, sino uno de Mª del Mar Bonet en la CAM, que guarda un especial significado para mí, porque no volví a ver con vida a un amigo de los que asistimos...
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