lunes, 1 de febrero de 2010

La verdadera crisis


Quién haya prestado atención al último discurso de Obama en el marco de lo que podriamos llamar el equivalente norteamericano del Debate del Estado de la Nación ( State of Union Adress) podrá ver una poderosa novedad. Obama señala que el principal problema de Estados Unidos no es la economía ni el terrorismo ni ninguna crisis internacional . El gran drama de nuestro tiempo se resume en este extracto de su discurso:

"Por desgracia, son demasiados los ciudadanos que han perdido la fe en que nuestras principales instituciones --nuestras empresas, nuestros medios de comunicación y, por qué no, nuestro gobierno-- sigan reflejando esos mismos valores. (...) Pero, cada vez que un consejero delegado se premia por un fracaso o un banquero nos pone a todos en peligro por su propia codicia personal, las dudas de la gente aumentan. Cada vez que los lobbistas manipulan el sistema o los políticos se despedazan en vez de ayudar a levantar el país, perdemos la fe. Cuantas más veces reducen los "expertos" de las tertulias de televisión los debates serios a discusiones estúpidas y las grandes cuestiones a frases sonoras, más se alejan nuestros ciudadanos.

No es de extrañar que haya tanto cinismo. No es de extrañar que haya tanta desilusión"

Obama acierta de pleno. La gran crisis contemporánea es política aunque él por pura correción cargue las tintas en la clase política profesional cuando la ciudadanía es igualmente responsable. Concebimos la democracia como un régimen de libertades pero no como un compromiso político. Preferimos subcontratar la política antes que ejecerla. Y una ciudadanía desencantada de la política y una clase política que se aprovecha de ese hastío es el gran lastre para una acción efectiva colectiva.

En nuestro país se ha comentado hasta la saciedad la falta de reflejos del Gobierno para reconocer la crisis que ha sepultado a nuestra economía pero ¿qué me dicen de la absoluta falta de reconocimiento, y no sólo del Gobierno, de la tremenda crisis política que vive España ? En nuestro país ya no existe posibilidad alguna para un debate genuino de ideas y la responsabilidad se diluye permanentemente en una pugna partidista, interadministrativa y/o mediática. (Siendo sinceros el único comunicador que se acercaría a ese diagnóstico radical sería, perdónenme, Federico Jiménez Losantos )

Es cierto que se insiste a menudo que el ciudadano ha perdido la fe en la política pero se hace de una manera tabernaria, resignada y/o generalista. ( Y alimentada por la frustación socio-económica todo sea dicha) Más allá de la queja de bar, alguién debería ponerle nombre y apellidos a este colapso de nuestro sistema político embozado por un bipartidismo autista y un autonomismo regional agotado.

Como decía Orwell, existe la posibilidad de revertir el uso corrupto del lenguaje, utilizándolo de manera efectiva e intencionada. No se puede luchar contra algo que no concebimos. Debemos crear un lenguaje, un concepto que cosifique esta parálisis, la reconozca y permita una movilización. No estaría mal, por una vez, ver a todos los políticos profesionales ponerse nerviosos ante la desactivación de sus excusas y pretextos y , en definitiva, ante la amenaza de su "status quo".


1 comentario:

Mycroft dijo...

Estoy completamente de acuerdo: El diagnóstico de que los políticos le ha fallado al pueblo es erróneo, al menos al 100 por cien.

Es el pueblo el que se ha fallado a si mismo abdicando de la politica.

Sloterdijk, en un libro ultra-reaccionario pero, a la vez, intelectualmente desafiante, se pregunta: ¿A dónde han ido los adultos?

Enmarañados con la avalancha de información (ruido), y atrapados por el conformismo materialista de quién tiene algo que perder, sospecho que también marcados por esa historia de la España del XX, en que nuestros abuelos aún nos dicen que no nos signifiquemos políticamente (por si acaso), la ciudadanía ve la política como una mancha y el activismo, como una fiebre ideológica.

Motivos tienen, pero eso no ayuda a que exijan fineza a sus mediadores. Si delegan incluso en la queja, si simplemente se limitan a la charla de bar (y el bar es para mi como un grupo de opinión que intento incorporar a mis análisis), y a los tópicos que la prensa de la nomenklatura bipolar les dicta, están abdicando de su propia responsabilidad.

¿Dónde están los adultos, aquellos que no tengan solo su miedo y su exigencia a Papá Estado?

Al final, el cínico discurso kennedyano de "no es qué es lo que el país puede hacer por nosotros, sino nosotros por el país (y por nosotros mismos como sociedad, añado)" acaba teniendo una insospechada vigencia.