Hace unos días el Presidente de la CECA, Juan Ramón Quintas, ironizaba sobre la población española y su resistencia a que les jodan un poco más la vida ( Más impuestos, menos prestaciones, subida de la edad de jubilación, etc...) con la desafortunada frase de : "Hay personas que están el el mundo de los osos amorosos".
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Pues Señor Quintas, no le falta usted algo de razón en lo que dice y lo digo sin ninguna carga de ironía. Literalmente hay millones de españoles a los que no les está afectando la crisis: funcionarios, empleados de grandes empresas, trabajadores de todo pelaje de costosa indemnización, etc... Si se fijan, si existe un gran damnificado en esta MegaRecesión ( Ya no sabemos que etiquetas utilizar...), aparte de los trabajadores de la construcción que merecerían capítulo aparte, son los jóvenes, colectivo en que el desempleo está alcanzando cotas de cerca de un 40 %.
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Las consecuencias de esta precarización generacional se las pueden imaginar: emigración de los más cualificados. Y ahí es cuando el drama español va a alcanzar su mayor esplendor. Las generaciones de mayor potencial y capacidad en las que la sociedad ha invertido millones de euros en su formación acabarán por emigrar a economías más dinámicas mientras que nosotros seguiremos importando mano de obra barata para cubrir los puestos a los que los españoles por razones varias no quieren cubrir. Osea que básicamente le vamos a pagar la formación a nuestros jóvenes para que luego se vayan a ejercer a otros países. Si a eso le añadimos que encima estos países nos mandan a sus ancianos a jubilarse a nuestro país con el sobreesfuerzo que eso supone a nuestra seguridad social, nos encontramos ante un panorama descorazonador. Parecía que aquello de la Florida de Europa que soñaba el Molt Honrable Mileurista era otra cosa.
Las consecuencias de esta precarización generacional se las pueden imaginar: emigración de los más cualificados. Y ahí es cuando el drama español va a alcanzar su mayor esplendor. Las generaciones de mayor potencial y capacidad en las que la sociedad ha invertido millones de euros en su formación acabarán por emigrar a economías más dinámicas mientras que nosotros seguiremos importando mano de obra barata para cubrir los puestos a los que los españoles por razones varias no quieren cubrir. Osea que básicamente le vamos a pagar la formación a nuestros jóvenes para que luego se vayan a ejercer a otros países. Si a eso le añadimos que encima estos países nos mandan a sus ancianos a jubilarse a nuestro país con el sobreesfuerzo que eso supone a nuestra seguridad social, nos encontramos ante un panorama descorazonador. Parecía que aquello de la Florida de Europa que soñaba el Molt Honrable Mileurista era otra cosa.
1 comentario:
En el clavo. Entre los que emigran y los que se sacan oposiciones sólo vamos a quedar trabajando los pringados como yo.
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