Hasta ahora he sido de la opinión que probablemente la economía española no tiene un problema laboral en sentido estricto del término sino que presenta un modelo económico especializado en ciertas actividades de baja productividad ( Esto insisto no quiere decir que los españoles trabajen poco sino que lo hacen en actividades de bajo valor añadido como construcción o servicios de hostelería) que cuando se enfrenta a dificultades de caida de demanda o falta de financiación muestra una gran vulnerabilidad que se somatiza en desvastadoras consecuencias laborales.
Sin embargo ayer leí un interesante artículo en El País de Guillermo Dehesa que apunta rasgos específicos de nuestro mercado laboral que sí podrían ser perniciosos. La principal acusación del autor sería que en España coexisten 2 mercados laborales con muy diferentes ritmos y que a la postre tienen incluso necesidades antagónicas:
1) Rigido-Estable
Encabezado por Administraciones públicas, empresas originalmente públicas pero privatizadas( Telefónica, Eléctricas, etc...) y sectores semiprivados (Cajas de ahorros) con fuerte implantación sindical y alta capacidad de negociación. Formado por contingentes de trabajadores muy costosos de despedir que no tienen incentivo ninguno a cambiarse de trabajo para no perder sus privilegios.
2) Flexible-Inestable
Formado por una nebulosa de trabajadores de PYMES con contratos temporales o con contratos indefinidos pero sin grandes antiguedades y que permiten despidos con un coste relativamente bajo.
El problema y es la mayor novedad que aporta el artículo es que las negociaciones colectivas son lideradas por los primeros pero las acaban sufriendo los segundos lo cual revierte en un fuerte desequilibrio de defensa de intereses a la hora de plantear reformas. Por así decirlos los que más voz tienen son los que menos tienen que perder y pueden plantear posturas colectivas de fuerza.
El autor apuesta que sería razonable una homogeneización del mercado laboral que permitiera atenuar los pánicos de las patronales que en cuanto existen ciertas dificultades deciden soltar lastre de un segundo mercado ante el miedo a la imposibilidad de lidiar con un primer mercado blindado.
Quizás la combinación de estos factores con la baja productividad forman el coctel letal que desfonda nuestra economía. Un solvente experto en RRHH que no puedo citar por razones obvias , me asegura que el principal responsable de la anemia y debilidad de nuestro mercado laboral es la falta de capacidad de los empresarios de aumentar la producción o la facturación a través del aumento de la productividad vía innovación (Software, mejor organización, reducción de costes, aumento de salarios etc...) ya que esto requiere inversión y en definitiva una mayor cualificación tanto laboral como salarial de sus empleados. Para ellos es mucho más fácil contratar a trabajadores no especializados, mal remunerados que soporten este aumento de la actividad coyuntural pero que cuando el negocio se ralentiza se traduce automáticamente en hemorragias de despidos. Hasta que duró la barra libre de crédito y la sobredosis del embrigador ladrillo la cosa fue tirando pero aquellas tasas de empleo no eran mas que un espejismo. ¿ No les suena esas frases Pre-burbuja de "Cobro poco pero la verdad es que no hago mucho " ? Creo que las oiremos bastante menos.
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