jueves, 12 de febrero de 2009

Symbolic interactionism is a warm gun

No vamos a ahondar más sobre el encuentro Bermejo-Garzón así como sus posibles consecuencias políticas o judiciales. No obstante, sí que me gustaría incidir en el funcionamiento de los mecanismos simbólicos de la percepción. ¿ Si el encuentro se hubiera producido en una boda o en una comunión? ¿O en una invitación a raíz de una inauguración de una obra pública? ¿Hubiera tenido la misma potencia el mensaje? No lo creo.
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Sin embargo, surge la palabra cacería y la gente ya conjura unas imágenes de copa y puro en la mano, de armas humeantes, de desvalidos animalicos a abatir, de serviles perros, de “Los santos inocentes”, de estética cacique, de metáfora del Poder . Y esa evocación inmediata se funde en un todo que opera a un nivel por encima de cualquier argumentos racional. Como a Mersault en el “El extranjero” de Camus, al final no importará que se haya asesinado o dejado de asesinar a otro ciudadano, al final se le condena por ser un mal hijo. Igualmente aquí, se le condena por el gesto, no importa si el encuentro entre un Juez y un Ministro es casual o fruto de una conjura, al protagonista de la polémica se le atribuyen las maneras de un despiadado señorito que cree que la Justicia es su coto privado de caza y su sentencia está echada.

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