Retrato del genio adolescente
2009 va a ser un año muy darwiniano y no sólo nos referimos a la crisis y los mecanismos de selección natural que va a desatar, sino a la celebración del 200º del nacimiento de este científico y pensador cuya obra "El Origen de las especies" revolucionó no sólo la biología sino nuestra concepción del mundo. Si el antropocentrismo tuvo un insigne sepulturero ése fue Darwin al demostrarnos que nuestra especie lejos de cualquier teleologismos simplemente está aquí por haber demostrado una capacidad de adaptación al medio superior a la de sus rivales en esta carrera ciega de perpetuación de material genético en la que participamos absolutamente todos los seres vivo de este planeta.
A día de hoy la figura de Darwin está siendo objeto de una reivindicación ideológica de buena parte de la comunidad científica e intelectual frente al acoso de los partidarios del creacionismo y del Diseño Inteligente que de una manera u otra atacan las debilidades de la teoría de Darwin y defienden la existencia de un vector que guía la Evolución. Casualmente ese vector no puede ser otro sino que el Altísimo. Básicamente sus posturas vienen a intentar dar un barniz pseudocientífico a las mismas preconcepciones que un hombre pudo tener hace 15.000 años, en la noche de los tiempos, frente a una hoguera en la sabana africana: el mundo y el hombre es obra de un Creador.
Sin embargo, creo que los defensores de Darwin pese a sus buenas intenciones se están equivocando. La teoría de Darwin plantea evidentes carencias y no es capaz de explicar la evolución en toda su complejidad. Darwin logró explicar con gran precisión el papel de la selección natural pero a la hora de enfrentarnos a la evolución y desarrollo de las mutaciones, el modelo de acumulación de cambios marginales tiene enormes dificultades para explicar desarrollos de especies superiores o de órganos complejos como el ya clásico ejemplo del ojo. Esto no significa que la teoría de Darwin esté equivocada sino que debe ser profundizada y superada. Nadie duda del talento de Newton pero su paradigma y cosmovisión se tambaleó cuando irrumpe la Teoría de la relatividad de Eistein y podemos estar seguros que las ideas de Darwin deben superadas para permitir el avance científico en su campo. ( Si les interesa la sociología de la ciencia, les recomiendo el imprescindible libro de Kuhn : "Estructura de las revoluciones científicas")
¿ No sería extremadamente contradictorio que una teoría que aboga por la dinámica del cambio permanente y su enfrentamiento como el medio como factor de desarrollo pretendiéramos que quedara fosilizada en el siglo XIX? ¿Queremos meter a Darwin en un Museo? Debemos cuestionar a Darwin pero no desde el misticismo irracional sino desde el pensamiento científico. Defender a capa y espada a Darwin desde un dogma equivalente al de las posiciones creacionistas supone un flaco favor a una de las contribuciones más importantes de la historia del pensamiento. Los mitos no deben ser combatidos con dogmas ideológicos sino con más y más Ciencia.
2009 va a ser un año muy darwiniano y no sólo nos referimos a la crisis y los mecanismos de selección natural que va a desatar, sino a la celebración del 200º del nacimiento de este científico y pensador cuya obra "El Origen de las especies" revolucionó no sólo la biología sino nuestra concepción del mundo. Si el antropocentrismo tuvo un insigne sepulturero ése fue Darwin al demostrarnos que nuestra especie lejos de cualquier teleologismos simplemente está aquí por haber demostrado una capacidad de adaptación al medio superior a la de sus rivales en esta carrera ciega de perpetuación de material genético en la que participamos absolutamente todos los seres vivo de este planeta.
A día de hoy la figura de Darwin está siendo objeto de una reivindicación ideológica de buena parte de la comunidad científica e intelectual frente al acoso de los partidarios del creacionismo y del Diseño Inteligente que de una manera u otra atacan las debilidades de la teoría de Darwin y defienden la existencia de un vector que guía la Evolución. Casualmente ese vector no puede ser otro sino que el Altísimo. Básicamente sus posturas vienen a intentar dar un barniz pseudocientífico a las mismas preconcepciones que un hombre pudo tener hace 15.000 años, en la noche de los tiempos, frente a una hoguera en la sabana africana: el mundo y el hombre es obra de un Creador.
Sin embargo, creo que los defensores de Darwin pese a sus buenas intenciones se están equivocando. La teoría de Darwin plantea evidentes carencias y no es capaz de explicar la evolución en toda su complejidad. Darwin logró explicar con gran precisión el papel de la selección natural pero a la hora de enfrentarnos a la evolución y desarrollo de las mutaciones, el modelo de acumulación de cambios marginales tiene enormes dificultades para explicar desarrollos de especies superiores o de órganos complejos como el ya clásico ejemplo del ojo. Esto no significa que la teoría de Darwin esté equivocada sino que debe ser profundizada y superada. Nadie duda del talento de Newton pero su paradigma y cosmovisión se tambaleó cuando irrumpe la Teoría de la relatividad de Eistein y podemos estar seguros que las ideas de Darwin deben superadas para permitir el avance científico en su campo. ( Si les interesa la sociología de la ciencia, les recomiendo el imprescindible libro de Kuhn : "Estructura de las revoluciones científicas")
¿ No sería extremadamente contradictorio que una teoría que aboga por la dinámica del cambio permanente y su enfrentamiento como el medio como factor de desarrollo pretendiéramos que quedara fosilizada en el siglo XIX? ¿Queremos meter a Darwin en un Museo? Debemos cuestionar a Darwin pero no desde el misticismo irracional sino desde el pensamiento científico. Defender a capa y espada a Darwin desde un dogma equivalente al de las posiciones creacionistas supone un flaco favor a una de las contribuciones más importantes de la historia del pensamiento. Los mitos no deben ser combatidos con dogmas ideológicos sino con más y más Ciencia.
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