El ABC de la propaganda beligerante.
En 1982 la repugnante dictadura argentina decide invadir las Islas Malvinas a fin de recuperar el decreciente apoyo popular. Nada como una guerra contra el pérfido enemigo exterior para cerrar filas en el propio país. Y sino que se lo digan a Margaret Thatcher que tras declararle la guerra a la clase trabajadora de su país vio como unos impresentables militares argentinos le brindaban la oportunidad de reconquistar victoriosamente las Islas Malvinas, despedazar militarmente a los argentinos y consolidar un liderazgo político absoluto tras haber machacado de forma inmisericorde las bases socio-económicas de su país.
Que bien le viene a los gobiernos inventarse enemigos externos. Ahí tenemos a La Kirchner o a Chavez hablando de los malvados gobiernos colonialistas. O a los sátrapas de Oriente Medio obesionados con los agentes extranjeros. O a nuestros líderes occidentales golpeándose el pecho ante la penúltima amenaza a nuestra libertad, a nuestra soberanía, a o a nuestro modo de vida. A veces me inquieta más el sordo, discreto y profundo codazo de la violencia estructural compatiotra. O como decían los Manic Street Preachers: "Los cierres de hospital matan más gente que los coches bomba"