Ayer El País se recogían las conclusiones de un Informe de la OCDE que ha venido a confirmar lo que muchos sospechabamos. El titular lo dice todo: "España forma a universitarios para ocupar puestos de FP" . ¿ Y es que no conocen ustedes a licenciados en Derecho trabajando de administrativos, licenciados en empresariales haciendo la contabilidad de una PYME o economistas trabajando de cajeros en una caja de ahorros ? En España la obsesión por la titulitis universitaria ( Y su vinculación a los concurso-oposición...) de la que sin duda generaciones de bienintencionados padres son responsables y financiadores junto al desprecio intuitivo de los oficios nos está llevando a una sobrecualificación formal de nuestro fuerza laboral.
Y digo sobrecualificación formal porque esta sólo lo es sobre el pápel. Todos sabemos que las universidades salvo honrosas excepciones (Medicina, Trabajo Social, Magisterio, Arquitectura, etc...) no son canteras profesionales sino como palacetes y reservorios de un conocimiento teórico, muchas veces estéril profesionalmente. Y quizás es que no debamos olvidar que el estudio y no la cualificación laboral ha sido la misión de la Universidad desde su nacimiento.
Lo trágico es que esto tiene un impacto directo en los jóvenes universitarios que se incorporan al mercado de trabajo :
-- Retraso en la adquisición de experiencia profesional.
-- Mala formación de cara al desempeño profesional.
-- Frustración posterior en las expectativas de desempeño y remuneración
Lo cual a la postre tiene 2 consecuencias dramáticas:
-- Emigración cualificada: Mucha de esta gente formada academicamente, aunque sea a nivel formal, acaba emigrando con el consiguiente despilfarro de recursos nacionales en ofrecer una formación que acaban disfrutando países terceros.
-- Inmigración: Nos vemos obligados a importar mano de obra para cubrir ciertos puestos de trabajo que no cumplen ni los requisitos económicos ni sociales de acuerdo a las expectativas generadas.
Y esto no hay reforma laboral que lo arregle. O bién se abandonan ciertos prejuicios y se aboga por hacer una revolución educativa que no tenga como objetivo sacar pecho de las cifras de licenciados por cápita (¿Bolonia? No creo) y sí formar a la gente para desempeñar trabajos y oficios o bién estamos dedicando ingentes recursos a incubar en las universidades nuevas generaciones de jóvenes frustradas y mal preparadas.
Y digo sobrecualificación formal porque esta sólo lo es sobre el pápel. Todos sabemos que las universidades salvo honrosas excepciones (Medicina, Trabajo Social, Magisterio, Arquitectura, etc...) no son canteras profesionales sino como palacetes y reservorios de un conocimiento teórico, muchas veces estéril profesionalmente. Y quizás es que no debamos olvidar que el estudio y no la cualificación laboral ha sido la misión de la Universidad desde su nacimiento.
Lo trágico es que esto tiene un impacto directo en los jóvenes universitarios que se incorporan al mercado de trabajo :
-- Retraso en la adquisición de experiencia profesional.
-- Mala formación de cara al desempeño profesional.
-- Frustración posterior en las expectativas de desempeño y remuneración
Lo cual a la postre tiene 2 consecuencias dramáticas:
-- Emigración cualificada: Mucha de esta gente formada academicamente, aunque sea a nivel formal, acaba emigrando con el consiguiente despilfarro de recursos nacionales en ofrecer una formación que acaban disfrutando países terceros.
-- Inmigración: Nos vemos obligados a importar mano de obra para cubrir ciertos puestos de trabajo que no cumplen ni los requisitos económicos ni sociales de acuerdo a las expectativas generadas.
Y esto no hay reforma laboral que lo arregle. O bién se abandonan ciertos prejuicios y se aboga por hacer una revolución educativa que no tenga como objetivo sacar pecho de las cifras de licenciados por cápita (¿Bolonia? No creo) y sí formar a la gente para desempeñar trabajos y oficios o bién estamos dedicando ingentes recursos a incubar en las universidades nuevas generaciones de jóvenes frustradas y mal preparadas.
7 comentarios:
Bueno, y la cantidad de titulados universitarios que sí ejercen su profesión -cualificada- pero constan como administrativos en sus contratos...
Quisiera yo saber cómo afecta eso a las estadísticas sobre cualificación profesional de los trabajadores españoles.
Hoy he leído otro por ahí, no recuerdo el periódico, sobre la generación ni-ni, la otra (también amarga) cara de la juventud en España
La generación ni-ni es un mito. Estadísticamente, intrascendente: Para ser una generación se necesita más: Masa, iconos, una cultura en el sentido del zeigeist.
En cuanto al tema, no somos pocos los que pensamos que la experiencia universitaria ha sido el error de nuestras vidas, y que aún va a serlo más con la condición bolónica de carreras hiper genéricas necesitadas de masters para darles sentido práctico.
Yo estoy por volver al insti y estudiar una fp...
Voy a ser claro; Si la generación X apenas existió sino que fue un truco publicitario para vender colonia, esta ya ni les cuento: Propaganda, sociología barata, amarillista, perezosa e incontrastada de cuatro plumillas en busca del titular fácil y el reportage que excite al le ctor de mediana edad que cree que la juventud apesta.
El descreimiento del señor Mycroft es antológico. :D
Como mero espectador del fenómeno -recordemos que mi referencia musical fueron, son y serán siempre los Beatles- reivindico mi papel en el surgimiento, apogeo y declive de la Generación X. Faltaría más.
Y sí, la juventud apesta, siempre apesta. ¿O no apestábamos nosotros? :D
Apesta la vida, no la juventud... ¿acaso la madurez no apesta?
Y por cada caso extremo de pasotismo, hay un caso extremo de alumno brillante, chispeante, e intelectualmente superior...Para hablar de generación, uno no puede servirse de los ejemplos que están al extremo del espectro...
Dicho de otro modo, para que yo me crea la generación ni-ni, deberían reformularse sus premisas básicas, que no creo generalizadas (por ejemplo alejarse del modelo de teenager pasota y acercarse al demandante de empleo desubicado, superfluo en el mercado, deseperado, e incapaz de orientarse en el laberinto de su propio reciclaje profesional), y conectarlo con fenómenos de mayor calado, y personajes e iconos trascendetes, o por lo menos con cierto caudal simbólico...
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