Loquillo esta en racha. Tras su cameo en el anuncio de Coca Cola, ahora se desmarca con un articulo en "El Mundo" en el que con alguna falta de ortografia nos declara su amor sobre Mozza.
Esto puede parecer sorprendente pero si lo piensan, no es tan extraño. Yo ya desde los tiempos del BUP, comprobe la querencia que muchos rockabillies mostraban hacia los Smiths. Ellos como grupo mostraban un absoluto desprecio por la decada en la que vivian y reivindicaban posturas retro y clasicistas. Ademas musicalmente si oimos trallazos rockanroleros como London o baladones como I know its over, se puede apreciar una conexion con los sonidos mas fifties y del tupe que calzaba nuestro amigo Stephen Patrick que vamos a decir...
Pero no se crean que nuestro amigo Loquillo va por ahi. El ni corto ni perezoso se pone a la altura del Morrissey como personalidad irreverente, bocazas y provocador. No voy a entrar a valorar la carrera de este hombre ( Aunque si les remito a que lean "Corre, rocker, corre " de su compañero Sabino Mendez que ademas de estar fenomenalmente escrito y ser muy divertido, pone en vereda a la persona y al personaje) pero lo que esta claro es que Morrissey jamas hubiera participado en un anuncio de Coca Cola reivindicando ni mas ni menos que los 80. Que haga el anuncio no me parece mal, pero que se nos quiera vender un personaje trangresor a estas alturas, clama al cielo
Pasen y lean:
Conocerme es amarme" Loquillo
"Abandono BNA invadida por las hordadas brucespringstinianas. A salvo, durante el vuelo, enumero mis razones para ver a Morrissey pero no en las playas de Benicassim; plagadas de guiris con chanclas, sudor y tiendas de campaña, exactamente la antítesis de Morrissey; exquisito narcisista, urbanita e individualista, pura esencia de la decadencia europea, lo que más odian los críticos musicales de este país.
Me gusta porque en el mundo de la música puedes ser artista, creador y estrella.Morrissey es artista y creador pero, por encima de todo, es estrella y, aunque ni bebe, ni fuma, ni folla, es más estrella que Kate Moss y Pete Gallaguer juntos.
Me gusta porque no haya caído en la tentación de resucitar a su banda de sus odiados 80, los Smiths, por un puñado de dólares ("antes de reunir a los Smiths me comería los huevos", dixit), porque él sabe, y va siendo hora de decirlo, que es verdad, que los supera con creces.
Me gusta especialmente el detalle de echar a un road manager porque le gusta Elton John. Eso es lo correcto, pura actitud.
Me gusta que sea políticamente incorrecto, un ególatra confeso, molesto y antipático que no hace ni un solo gesto a la galeria para conseguir el aplauso planetario, porque Morrissey es planeta y universo en si mismo. Cuando vas a ver a Morrissey no vas a ver a "un tipo como tú", vas a ver al amo y señor de su escenario, insultante versión del "porque yo lo valgo", el único artista británico de su generación que consiguió triunfar en América.
Y me gusta por algo que compartimos. Somos los dos, cada uno en su casa, los más bocas de nuestra generación.
Todo eso y mucho más me llevan al tórrido escenario del FIB madrileño -y caía un calor de plomo-, pero cuando Morrissey pisó el escenario radió Madrid como una tea. Derroche puro de elegancia y poderío musical, con una banda espléndida, a su misma altura. Intercambió clásicos por novedades, comentarios irónicos y una contundencia musical y emocional que molestó seguramente a quienes piensan que, tras 30 años de carrera, aún hay que seguir pidiendo perdón por subirse al escenario.
Y es que, ya antes de comenzar, nos llevó de viaje por sus referentes, declaración de principios para iniciados, guiños que combinaba la Bardot que Gainsbourg amó, el Vince Taylor que inspiró a Bowie, la serie Los Intocables de Elliot Ness, el clásico de cine carcelario de los 40 Cárcel de Mujeres, el inevitable guiño a los New York Dolls...que trasladó a la crónica emocional de sus canciones hermosas e hirientes, líricas y chirriantes.
Morrissey es un francotirador certero, sólo tienes que procurar no estar en su punto de mira."
"Abandono BNA invadida por las hordadas brucespringstinianas. A salvo, durante el vuelo, enumero mis razones para ver a Morrissey pero no en las playas de Benicassim; plagadas de guiris con chanclas, sudor y tiendas de campaña, exactamente la antítesis de Morrissey; exquisito narcisista, urbanita e individualista, pura esencia de la decadencia europea, lo que más odian los críticos musicales de este país.
Me gusta porque en el mundo de la música puedes ser artista, creador y estrella.Morrissey es artista y creador pero, por encima de todo, es estrella y, aunque ni bebe, ni fuma, ni folla, es más estrella que Kate Moss y Pete Gallaguer juntos.
Me gusta porque no haya caído en la tentación de resucitar a su banda de sus odiados 80, los Smiths, por un puñado de dólares ("antes de reunir a los Smiths me comería los huevos", dixit), porque él sabe, y va siendo hora de decirlo, que es verdad, que los supera con creces.
Me gusta especialmente el detalle de echar a un road manager porque le gusta Elton John. Eso es lo correcto, pura actitud.
Me gusta que sea políticamente incorrecto, un ególatra confeso, molesto y antipático que no hace ni un solo gesto a la galeria para conseguir el aplauso planetario, porque Morrissey es planeta y universo en si mismo. Cuando vas a ver a Morrissey no vas a ver a "un tipo como tú", vas a ver al amo y señor de su escenario, insultante versión del "porque yo lo valgo", el único artista británico de su generación que consiguió triunfar en América.
Y me gusta por algo que compartimos. Somos los dos, cada uno en su casa, los más bocas de nuestra generación.
Todo eso y mucho más me llevan al tórrido escenario del FIB madrileño -y caía un calor de plomo-, pero cuando Morrissey pisó el escenario radió Madrid como una tea. Derroche puro de elegancia y poderío musical, con una banda espléndida, a su misma altura. Intercambió clásicos por novedades, comentarios irónicos y una contundencia musical y emocional que molestó seguramente a quienes piensan que, tras 30 años de carrera, aún hay que seguir pidiendo perdón por subirse al escenario.
Y es que, ya antes de comenzar, nos llevó de viaje por sus referentes, declaración de principios para iniciados, guiños que combinaba la Bardot que Gainsbourg amó, el Vince Taylor que inspiró a Bowie, la serie Los Intocables de Elliot Ness, el clásico de cine carcelario de los 40 Cárcel de Mujeres, el inevitable guiño a los New York Dolls...que trasladó a la crónica emocional de sus canciones hermosas e hirientes, líricas y chirriantes.
Morrissey es un francotirador certero, sólo tienes que procurar no estar en su punto de mira."
1 comentario:
Le vimos!!!! Y flipamos!!!! Con su señora y un niño. Y con las gafas de sol.
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