Antiherculanos

Que poca gracia me hace hablar del tema de la filtración de ciertas escuchas de trama Brugal que implican a destacados directivos, propietarios y jugadores en sobornos a jugadores y equipos rivales. Por lo que trasciende de las escuchas, Enrique Ortiz, dueño del club, no dudó en entrar en la puja y subasta de resultados con jugadores y equipos que en la recta final de la Segunda División poco tienen ya que jugarse deportivamente. Que este mercadillo corrupto se monta cada temporada, a nadie le cabe la menor duda, pero una cosa es que se sospeche y otra muy distinta que se obtengan pruebas, testimonios y/o autoinculpaciones de que han existido sobornos. Estas escuchas son un escándalo deportivo y ensucian la imagen y trayectoria del club alicantino. Que se lo digan a un herculano que trabaja en, ejem, Elche.

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Como ya hemos comentado otras veces, los clubs de futbol tienen una componente emocional y simbólica que trasciende y desafia las lógicas más elementales. Buena prueba de ello es la reacción de buena parte de la clase política y de la ciudadanía que, ante el destape del caso, han optado por cerrar filas, ignorar lo evidente y mezclar el partidismo de la manera más descarada. Las declaraciones de Sonia Castedo, alcaldesa de Alicante, vendrían a resumir en gran manera cual es la posición común: "Es una campaña orquestada en contra de la ciudad de Alicante y del Hércules". Quizás todo esto ya les suene de algo. Es la vieja cantinela de transformar cualquier criticismo en un acto de deslealtad total . En definitiva, cualquier herculano , y si me apuran cualquier alicantino, en vez de preocuparse por la posible existencia de corrupción en su club, debe suspender todo atisbo de lógica y/o moral y defenderse frente al enemigo exterior en este caso: el Betis, el CSD y el PSOE de Alicante. Cualquier ejercicio de autocrítica, de exigencia y depuración de responsabilidades debe obviarse en defensa de los intereses del club. Al parecer destapar los indicios de corrupción existentes en el club no está dentro de los legítimos intereses de los herculanos "de bién".

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Evidentemente ningún herculano quiere ni mucho menos que el club pierda la categoría, pero lo que no es de recibo es que al tratarse del club de nuestros amores, debamos abrir un paréntesis en la ética y en la legalidad. Enrique Ortiz debe una explicación convincente sobre esas escuchas -- independientemente de su dudoso origen-- que licitamente hizo la policía en el curso de una investigación de mayor calado, . Posiblemente seamos una pequeña minoria quienes reclamamos una depuración de responsabilidades y quizás eso nos convierte en "antiherculanos" y "antialicantinos". Esta versión sociopolítica del "Conmigo o contra mí" es la idea que algunos tienen hoy en día de la pluralidad, la convivencia y de la democracia.