En los últimos meses me he visto implicado en diversos proyectos emprendedores al mismo tiempo que he participado en alguna consultoría o coaching informal a terceros. Corren tiempos difíciles pero por esa misma razón, urge agudizar el ingenio para seguir adelante con nuestras vidas. De hecho, les será familiar la cantinela de que en España faltan emprendedores y sobran funcionarios. A mí, sin embargo, me gusta pensar que ambas figuras son igualmente necesarias.
Una de las escuelas de pensamiento predominantes en las ciencias no sólo económicas sino humanas es aquella que intenta responsabilizar al individuo de su propio destino. A mí es una filosofía que me gusta aunque sin llegar a extremos "Randianos" ni ultraliberales pero estoy de acuerdo que si uno admite que no tienen ningún tipo de control sobre su vida, posiblemente estemos ante un tipo de vida muy empobrecida independientemente de las condiciones materiales de las que disfrute. Tener la capacidad, aunque sea marginal, de pilotar el timón de nuestras vidas es uno de los indicadores fundamentales de bienestar humano y uno de los grandes logros de las sociedades capitalistas liberales frente a la alienación de vivir en un sistema colectivista.
Sin embargo existe un matiz que procuro aplicar a la hora de plantear proyectos o asesorar a terceros. Tu destino y el de los tuyos no está bajo tu absoluta responsabilidad. Eso de "Si quieres, puedes" no es más que un pasaporte la frustración. Dependemos de sistemas hipercomplejos donde conviven burocracias administrativas, instituciones financieras y económicas más allá de nuestro radio de influencia. Son enormes titanes que nos exigen un permanente desarrollo de habilidades sociales, técnicas, tecnológicas y personales. No es fácil prosperar en este ecosistema. Por supuesto que se puede sobrevivir. De hecho está diseñado para que lo hagamos. Pero no nos engañemos el mundo no te está esperando ahí afuera para que te lo comas. Más bien es al contrario.
¿Es este un mensaje derrotista? Ni muchísimo menos. Somos parte todavía de los ciudadanos más afortunados del mundo. Pese a la magnitud de la crisis gozamos de unas ventajas que nuestros bisabuelos no hubieran ni soñado y nuestro bienestar depende hasta cierto grado de nosotros mismos. Pero debemos reconocer que vivimos en un sistema con una dinámica que nos supera y la cual debemos aceptar. No por resignación, sino por identificar que cosas podemos mejorar y cuales no dependen de nosotros.
Y, por supuesto, dejemos de sentirnos mal. Nadie ha vivido por encima de sus posibilidades. Solo fuimos partícipes de un sistema que funcionaba de una determinada manera y ahora ha quebrado. Vamos a necesitar mucho tiempo y esfuerzo para que vuelva a funcionar, y sobretodo que sea capaz de generar esperanza de nuevo. Pero considero que un primer paso elemental es permitir a los ciudadanos que toleren cierto grado de alienación en sus vidas y no procuren echarse el peso del mundo sobre sus hombros. Esto es lo que hay y, saben, no está tan mal.
PS: Esto no es una invitación ni mucho menos al conformismo pero sí para que reformulemos nuestra acción política, social y profesional desde la inteligencia y la operatividad. El maximalismo queda muy bien en las soflamas de Facebook pero sirve para poco más. Pasemos de quejas grandilocuentes a actuar de forma inteligente en la medida de nuestras, no siempre abundantes, posibilidades.
2 comentarios:
Muy buena entrada, está bien leer un poco de poner las cosas en su justo lugar, el mensaje apocalíptico comienza a ser insoportable (en Grecia está llevando a cientos de sucidios).
Después de un largo peregrinaje intelectual, a mí hace un par de años me salvó el estoicismo (la filosofía estoica siempre tiende a reaparecer en estas épocas confusas). El problema es cómo evitar que eso derive en parálisis ante la injusticia, en un conformismo pragmático; yo de momento lo consigo estando alerta, obligándome al menos a la protesta.
Es un jodido equilibrio el que se plantea. Para mí la clave es segmentar tu equilibrio personal e integrar parte de ti en la única acción efectiva: la acción colectiva. Pero eso nos lleva a los colectivos, a los sindicatos y a los partidos políticos. Palabras mayores y que en España están más devaluadas que una acción preferente de Bankia (Arf, arf...)
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