Me maravilla como los sucesivos presidentes de Gobierno acaban generando la propia antítesis de sus predecesor. Si Aznar se horrorizó ante el apoltronamiento del poder de González y decidió limitar su mandato a 2 legislaturas, luego Zapatero se sacó de la chistera el "talante" que contrastaba con la soberbia y autosuficiencia de Aznar. Y ahora tras el irritante optimismo antropológico de ZP, Rajoy ha decidido optar por un pesimismo radical en el que seguro entra un cálculo electoralista de que ante unas expectativas tan catastróficas, cualquier mejora por leve que sea será vista como un rayo de esperanza o un magnífico ejercicio de sobreponerse ante las adversas circunstancias. El problema es que tanto el discurso político como la agenda gubernamental están llevando a nuestro país a un agravamiento de la depresión economica. Quizás sin quererlo Rajoy está conjurando sobre su gobierno y mandato una profecía que se va a autocumplir.
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