El impresentable al mismo tiempo que implacable Michael O'Leary ha venido a Alicante a anunciar a bombo y platillo la cancelación definitiva de 18 líneas el próximo verano. Lo que en en otras empresas se anuncia con discreción, en Ryanair es siempre un circo. ¿Por qué? Todo forma parte de una calculada estrategia para presionar a AENA y a las autoridades locales a las que cuando no les reclama unas mayores ayudas ( Hay organismos públicos que pagan a Ryanair un canón por pasajero transportado) les obliga a pasar por el aro y plegar las infraestructuras a sus necesidades logísticas o comerciales.
Esta mezcla de victimismo y matonismo ha sido la estrategia de la compañía Low Cost por excelencia. La hábil combinación de reclamar ayudas institucionales de los distintos gobiernos locales y regionales junto a una contundente capacidad de imponer sus condiciones de tal manera que muchos aeropuertos públicos acaban por ser gestionados por esta empresa privada, les ha llevado a una expansión sin precedentes en toda Europa donde conscientes de su poder se dedican a intimidar a cualquier gobierno, institución u organismo que no se plieguen a sus intereses.
Soy un habitual usuario de Ryanair y procuro no quejarme nunca sobre ella. Creo que son fieles a su promesa de marca: Son baratos, si te ciñes a sus condiciones, y a día de hoy son imbatibles. Pero esa política de desprecio hacia el cliente y a todos los socios puede esconder a medio plazo una debacle comercial. O'Leary repite que nadie es capaz de igualar sus precios y la cantidad de destinos que ofrece y por lo tanto Ryanair no tiene competencia pero la compañía irlandesa debe saber que si cualquier compañía o grupo de compañías son capaces de igualar su oferta, no ya superar, puede prever una vertiginosa caída de cuota de mercado. Son muchos los que le están esperando verles cuesta abajo.
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