miércoles, 9 de septiembre de 2009

! Eureka !



Para todos aquellos que hayan tenido el arrebato de ser emprendedores y montar su propio proyecto personal ( Orchestral hit ), les sugiero que se lean "El libro negro del emprendedor" de Fernando Trías de Bes que a diferencia de los miles de libros de autoayuda empresarial que le animaran a recuperar su queso o confiar en su propia iniciativa, éste intenta lo contrario: disuadirle de dejarse llevar por nuestras fantasias de escape de los jefes, de los horarios, de los salarios bajos y asumir este tipo de proyectos en toda su dimensión llena de claroscuros.

Esta es una obra imprescindible para cualquiera que se plantee establecerse profesionalmente por su cuenta. Uno de los mejores pasajes del libro es el dedicado a devaluar el concepto de "idea" en el sentido de bombilla que se enciende y deslumbra al oscuro universo . No es que se quiera negar el concepto de innovación mi mucho menos pero la originalidad no es condición necesaria y suficiente para garantizar el éxito de nada. Como alguna vez hemos comentado, el proceso de innovación es un proceso multilateral sujeto a factores sociológicos y no sólo a su propia esencia o mecánica per se. Las bondades de no importa qué no tendrán éxito si no se conculcan factores sociológicos que permitan su aceptación y difusión. Algo similar sucede con la cultura commo luego veremos.

En el libro también señalan un elemento fundamental. Muchas veces es más importante el "cómo" que el "qué" . El autor pone varios ejemplos, imagínense que tiene una novedosa idea de montar una Cafetería-Biblioteca-Lounge donde la gente pueda tomarse un café, intercambiar libros y hacer tertulia literaria con parroquianos., Mientras un competidor unos metros más abajo decide abrir una simple cafetería con cuadros de escritores y un leve aire bohemio. De forma conceptual,la Cafetería-Biblioteca-Lounge puede ser el sumum de originalidad e invite al relax a su creador, reconfortado en la fortaleza superior de su victoriosa gran idea, pero probablemente si la simple cafetería de enfrente decida centrarse en ofrecer un buen servicio, acabe cepillandose a su vanguardista competidor. Una idea simple bien ejecutada es preferible a una gran idea o una idea originalísima que descuida los detalles o o no pondera el entorno que le rodea. Digo esto porque una idea original, aún bien ejecutada, no está exenta de ser ignorada.

Dentro de este contexto, ya lo he insinuado en alguna otra ocasión, a menudo me asalta más la idea de que la originalidad siendo un valor positivo, no es un aval absoluto para ninguna obra. De hecho, algunas obras sin tener una originalidad ni mucho menos pura, pueden convertirse en productos no sólo satisfactorios sino superiores a otras que se han esforzado en desmarcarse en vez de asumir los códigos de un género para establecer un discurso válido. Los géneros, los formatos de negocios no dejan de ser vehículos o lenguajes que te permiten desarrollar ya sea una obra o un proyecto que te ahorra quizás esfuerzos en ciertos aspectos y centrarse en lo que uno considera esencial ya sea a nivel empresarial o cultural dentro de un contexto. Ahí puede radicar la fuerza de cualquier proyecto u obra, y no tanto el obsesionarse con reinventar la rueda.

Y pensar que todo esto me ha venido a la cabeza tras acabarme el soberbio Dead Space, un nada original refrito de influencias de cine (Alien, Event Horizon, La Cosa, etc...) y otros videojuegos (Bioshock, Resident Evil, Silent Hill, etc...) pero, en definitiva, un juegaco de tomo y lomo

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