lunes, 17 de agosto de 2009

Cumbres literalmente borrascosas



El desafortunado desenlace de la escalada del montañero Oscar Pérez al Latok II me ha sorprendido acabándome el libro de John Krakauer "Mal de altura ". Posiblemente el autor les suene por su best seller "Hacia tierras salvajes" (Into the wild) inspirado en la vida de Cristopher McCandless que ya mencione tangencialmente y que renuevo mis amenazas de algún día dedicarle un extenso post tanto al personaje como al libro e incluso a la pelicula.

"Mal de altura" es la crónica de una tragedia. En 1996 un grupo de montañeros, entre los que se encuentra el propio autor con el fin de documentar un reportaje sobre la creciente comercialización de la escalada de altura, realizan una expedición para coronar la cima del Everest que debido a una combinación de factores meteorológicos, malas decisiones y "pura mala suerte" finaliza con varios de sus miembros muertos y gravemente heridos. Krakauer realiza un sobrio relato de los acontecimientos que, al igual que en su anterior libro, no estuvo exento de controversia y obliga a diversos post scriptums aclarando temas y sobretodo abriendo una agria polémica con un guía azerbahjano (Anatoli Boukreev) de un grupo alpinista que salía algo malparado en el relato y cuyos ecos estuvieron resonando años después de los acontecimientos.

Leerte el libro, sin duda te pone en otra perspectiva el aciago destino de Oscar Pérez. Como el libro deja muy claro, la Montaña es algo muy jodido a lo que unos cuantos, movidos por muy diversos y respetables afanes, deciden enfrentarse poniendo en peligro su vida. Pero no solo la suya, en un duro pasaje del libro, la esposa del autor le recrimina que subiéndose al Everest quizás, sí, arriesgaba su vida pero podía destrozar también la suya propia y la de su familia. Y no sólo eso, ante cualquier incidente o imprudencia se debían tomar decisiones sobre lanzar difíciles misiones de rescate que podían poner en peligro la vida de sus compañeros pero también a servicios de emergencia terceros . La frase, casi sentencia, que resume este espíritu hasta sus últimas consecuencias , es la que en el libro pronuncian unos escaladores japoneses cuando en su subida al Everest ignoran completamente a unos escaladores indios agonizando tras una brutal caída: "A 8000 metros de altura no hay sitio para la moralidad". Esta, por supuesto, no es la actitud imperante entre compañeros de escalada, ni mucho menos, pero a menudo, con un poco más de compasión y muchísima frustracion, se llegan a las mismas desoladoras conclusiones. Descanse en Paz.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hubiese sido mas facil mover la isla..

Paolo2000 dijo...

Comor ???